El sólido ritmo de contratación y el aumento de los salarios han permitido a los consumidores seguir gastando en servicios, viajes, salidas a cenar o asistencia a espectáculos. Aunque los economistas han pronosticado repetidamente una recesión para finales de este año o el próximo, es improbable que se produzca mientras las empresas sigan cubriendo sus puestos de trabajo.
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La Reserva Federal ha aumentado sus tipos de interés en 5 puntos porcentuales, el ritmo más rápido en cuatro décadas. Estas subidas han encarecido considerablemente las hipotecas, los préstamos para la compra de automóviles y otros tipos de préstamos.
Algunos funcionarios de la Reserva Federal han dicho que están buscando señales de lo que describen como un mayor equilibrio en el mercado laboral, con lo que quieren decir que la oferta y la demanda de trabajadores se igualarían más. Después de que la economía saliera de la pandemia, el número de puestos de trabajo disponibles se disparó por encima de los 10 millones, el nivel más alto jamás registrado.
La floreciente demanda de mano de obra coincidió con millones de estadounidenses que abandonaban la población activa para jubilarse, evitar el COVID, cuidar de familiares o prepararse para nuevas carreras. Ante las dificultades de las empresas para cubrir vacantes, muchas ofrecieron salarios mucho más altos y mejores prestaciones para atraer o mantener a sus empleados.
Una señal de la posible ralentización del mercado laboral es que cada vez menos estadounidenses renuncian a su trabajo para buscar un nuevo empleo. Los abandonos se habían disparado tras la pandemia. Millones de estadounidenses habían buscado trabajos más significativos o mejor pagados, avivando la presión sobre las empresas para que subieran los salarios a fin de conservar a sus empleados. En mayo, unos 4 millones de estadounidenses dejaron su empleo, una cifra superior a la de abril pero inferior al máximo de 4,5 millones alcanzado el año pasado.
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